jueves, 26 de agosto de 2010

CAPÍTULO 6- Night.

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– Me voy. – dijo ella después de ponerse en pie. Yo me paralicé. Sinceramente, no entendía la para nada.
Ella, no hizo ademán de decir nada más y se fue hacia la puerta con un paso lento.
– Oye Liz, no te vayas por favor. – ¿Qué cojones estaba haciendo? ¿Por qué me estaba disculpando? ¿Por qué me comportaba tan extraño al estar a su lado? Ella, no se volvía para contestar. Era como si oyera lluvia caer. Cojones. La había herido demasiado-
Ella no me oía y ya estaba a punto de salir y cerrar la puerta y entonces, desesperado grité– ¡PERDÓNAME POR FAVOR!
Y cerró la puerta. Oí unos pasos que se alejaban. Di un puñetazo a lo primero que encontré. ¿Qué era lo que había hecho? ¡Me había limitado a estar en el mismo sitio sin ir a abrazarla! ¿Cómo estaría sintiéndose? ¿Qué estaría pensando? Me puse las manos en mi pelo y después empecé a dar puñetazos a la pared hasta que me hice daño.
Caí sobre mis rodillas desesperado.
¿Cómo era posible que en una sola noche me hubiera encariñado tanto de ella? No, debía olvidarlo todo sobre ella y dejárselo a otro… Pero otro le volvería a hacer daño. Y yo… No. Debía alejarme todo lo posible.
Me serené y me puse en pie. Sólo estaba encaprichado de ella. No era posible sentir todo eso en una noche… No. No lo era. Era sólo un “capricho”
Salí de la habitación y fui en busca de “Day”. ¿La llamaba así incluso pensando? Pobre Alice. Esos eran unos alias muy mal escogidos. Aunque esconder los nombres a Liz había estado bien. Así si me buscaba no podría encontrarme. ¿Y por qué tendría que buscarme?
Dios, estaba peor de lo que imaginaba.
Salí de la mansión y fui por las calles de la Main Cave hasta llegar a los pasillos del sur-oeste. Giré a la izquierda, dos veces a la derecha y cuatro a la izquierda. Esperaba no equivocarme. Me lo habían hecho aprender de memoria. Entré y me encontré con Alice. Al verme se puso en pie esperando información.
– Lo siento Alice… Lo siento. No pude hacerlo– y me desmoroné.
Ella se quedó paralizada. No decía nada… Ay… tantos años preparándome para que la organización me tuviera respeto y confianza… y lo había echado todo a perder en una sola noche. Una sola. ¿Por qué me sentía así?
No era normal que con unas simples palabras de intercambio hubieran causado tal efecto. Ya estaba. Sabía qué tenía que hacer. Sólo debía alejarme de ella todo lo posible y así podría volver a pensar con frialdad.
Sonreí por dentro y miré a Alice. Pero ella estaba en blanco. Es decir, como si no estuviera ahí mentalmente.
– ¿Alice?
Pero no respondió. Se quedó así, sin decir nada. Empecé a preocuparme.
Pero qué egoísta estaba siendo. ¿Qué pasaba con Alice? Cómo podía estar pensando en mí mismo sabiendo lo frágil que era ella y que dependía completamente de mí. Nos habíamos criado juntos, la había cuidado y la había defendido de las niñas que la molestaban.
Me puse en pie y acorté la distancia entre nosotros. La abracé con fuerza. No podía dejar que mi dulce Alice se desmoronara. No. No ahora que estábamos probablemente solos, sin el apoyo de la organización.
– tranquila, cariño. Yo me ocupo de todo. No tienes de qué preocuparte. – ella se echó a llorar. Por fin una reacción. Me tranquilicé y la mecí en mis brazos. – Saldremos adelante sea como sea. Juntos.
Ella asintió.
Después de consolarla y tranquilizarla, la ayudé a ir a la cama. La arropé con dulzura y le besé la frente.
–duérmete tranquila, que no me voy a mover de aquí.

CAPÍTULO 5 - AMIGAS

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Él bufó resignado.
– He de reconocer que esto de la máscara no me lo esperaba…– dijo con una sonrisa triste. Vaciló sin saber qué decir. Finalmente suspiró y siguió hablando – De acuerdo… te lo contaré.
Me exasperé. ¿Por qué no lo contaba y punto? Empecé a dar golpes al suelo con mi pie derecho indicándole que se diera prisa. No quería perder más tiempo de la cuenta.
Él se puso a reír de golpe. ¿A reír? ¿De qué cojones se reía? Arqueé una ceja. Ahora me había quedado sorprendida
– ¿de qué te ríes? – exigí saber.
– Me río porque me haces gracia. – dijo, y su risa cesó de golpe. Puso una cara seria– Una niña de papá y mamá, que vive en un castillo de cuento de hadas como tú, nunca entendería nada. Seguro que tu papaíto y tu mamaíta te criaron entre cojines y siempre has conseguido lo que has querido sin esfuerzo, ¿me equivoco? Sólo eres una niñita mimada que vive en una caja llena de cojines. – y escupió en el suelo.
¿Cuándo me han mimado? ¿Cuándo he conseguido lo que he querido? Sólo recuerdo fiestas llenas de gente desconocida e hostil que no le importaba para nada sin mi tío apoyándome, sólo hablando con los invitados y pasando de mí.
Me quedé paralizada. Mi cuerpo empezó a sacudirse. Y lágrimas bajaron por mis mejillas, incontrolablemente.
. – Puede que tengas razón. Pero yo… nunca he sentido amor de madre alguno. – no podía hablar. Las lágrimas me lo impedían. – Mataron a mis padres delante de mí cuando sólo tenía seis años. Y aunque vi la cara del agresor, no la puedo recordar de ninguna manera.
Entonces mis rodillas cedieron y caí al suelo llorando. No le reprochaba que hubiera sacado el tema. Era yo la que nunca había podido superar el trauma.
Entonces le escuché.
– Lo siento Liz. – susurró suavemente. – Yo no… Yo no… Lo siento, no sabía nada...
– tr-tra-tra-tranquilo. Tú no eres el culpable de que todas… todas… las veces que mi tío saca el tema me pongo así. Soy yo… Soy tan débil… me avergüenzo tanto de mi misma… – y mi llanto aumentó. Se oía por toda la habitación.
Cuando al final pude hacer que mi llanto aminorara, me puse en pie y caí estrepitosamente al suelo. Él hizo ademán de venir pero con la mano le aturé. Intenté ponerme en pie a duras penas. Él me dio un pañuelo que tenía su aroma y con la mirada, se lo agradecí. Me limpié las lágrimas y susurré muy bajito.
– Me voy.
Oí como me decía algo. Pero no me importaban ya, no le escuchaba. Me daban igual las razones que pudieran tener para secuestrarme. Yo confiaba en mi tío. Y en todo. No encontraba ninguna razón para la que yo pudiera ser secuestrada. Exceptuando el dinero. Pero, si hubiera sido por dinero, Él me lo habría dicho des de un principio.
Abrí la puerta con la llave y la cerré sin llave. El camino hacia el salón de baile se me hizo eterno pero al final llegué. Me acerqué a dónde me dijo Valentine. Allí estaba, con otras dos chicas. Estaban riendo y pasándoselo bien. Me acerqué y me senté al lado de Valentine. Intenté hacer la sonrisa más feliz que pude y me asombré a mi misma de lo bien que lo estaba haciendo.
Valentine dejó de reírse y se giró.
– Liz, te presento a mis chicas, Jaz y a Skye. Chicas, ésta es Liz.
– Encantada de conoceros. – dije sonriendo
– Igualmente– dijeron al unísono con una sonrisa sincera en los labios.
No tardé mucho en hacerme amiga de ellas. Eran sinceras, bonitas y alegres. Tampoco tardé en ofrecerles que se quedaran junto con Valentine esa noche. Aceptaron encantadas. No quería quedarme sola.
Yo superé mi tristeza y al poco rato de estar con ellas ya reía naturalmente y sin esfuerzo. Me gustaba estar a su lado. Me olvidaba de todo. Mi tío, mis padres, el secuestro, “Night”…
Cuando la fiesta cesó ya eran las cuatro de la madrugada y nosotras subimos a mi habitación. Se notaba que estaban nerviosas e intenté tranquilizarlas lo mejor que pude.
Cuando llegamos, se quedaron boquiabiertas. Yo no sabía por qué pero lo que sí sabía era que mi habitación era bonita. Para mí al menos.
Skye, la más directa dijo sin pensar – ¡Vaya pedazo habitación! ¡Me encanta!
El servicio había dejado ya tres colchones de los mejores y bien puestos con un pijama para todas ellas.
– poneos cómodas, yo me voy al baño a asearme.
Al llegar al baño y cerrar la puerta, oí sus gritos y sus risas. Se exclamaban de lo “guay” (¿qué era ésa palabra?) que sería la noche. Sonreí por lo bajo y me quité todo. La máscara, el vestido, el maquillaje, los zapatos, y me duché.
Al acabar, me miré al espejo. Estaba presentable, ¿no? Salí del baño y me disculpé.
– Lo siento, ¿he tardado mucho?
En vez de contestarme volvieron a quedarse embobadas. Yo me fijé en sus caras ya que se habían quitado las máscaras. Valentine, era tal y como me la había imaginado. Pelo largo y ondulado color avellana. Ojos grandes e expresivos de color azul celeste y una piel color blanco perla.
Skye, era más bajita pero no dejaba de ser adorable. Tenía el pelo larguísimo rubio y con grandes onas, enmarcado su cara en un halo de perfección. Tenía unos ojos grandes de color gris impresionantes. Y, toda ella era tan… adorable.
Jaz, era más alta. Tenía el pelo negro totalmente liso y más corto. Los ojos eran de color verde pistacho. Y su piel también era perfecta.
Eran todas tan guapas…
La primera en hablar fue Skye, otra vez.
– ¡Qué mona!¡No te imaginaba así… – me quedé confusa. Yo, ¿mona? –Me encanta tu pelo… ojalá me quedara como a ti…Qué envidia…
¿Envidia? Me reí.
Valentine se enojó un poquito.
– Es verdad… Das una envidia…
– Chica, eres tan perfecta que no sé si eres real o no– exclamó Jaz.
Yo me quedé callada.
– Todo esto lo decís porque nunca os habéis mirado al espejo, ¿verdad? Todas vosotras sois perfectas. Preciosas. Antes de mirarme a mí, tenéis que miraros a vosotras mismas. Confiad en vuestra belleza, ya que muy poca gente puede hacerlo. La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora. Por ejemplo tú, Valentine. Siento decirlo así pero, Si nunca te acercas al chico que me dijiste, nunca obtendrás una respuesta clara. Y sin una respuesta, dudo que puedas superar tus sentimientos… – se me quedaron las tres expectantes. Yo me ruboricé y me disculpé apenada. Seguro que querían irse–Lo siento me he pasado, ¿no?
– No, tranquila, no te preocupes– dijo Valentine negando con la cabeza. – Gracias por ser tan sincera conmigo.
-Oye, Val! ¿Quién ese chico? Nunca me has hablado de él… ¡MALA AMIGA!
Y de pronto, todas nos pusimos a reír. Pasamos toda la noche riéndonos y pasándolo bien.

viernes, 20 de agosto de 2010

CAPÍTULO 4 - ENCERRADA

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– verás Valentine, es muy largo de contar, pero digamos… – ¿qué podía contarle? No confiaba en ella. ho, normal. La conocía des de hacia varios minutos. Entonces decidí mentir. Aunque no se me daba demasiado bien…. – digamos que no me encontraba demasiado bien y tenía que salir a tomar el aire…
Ella, me miró con dudas en su mirada pero luego, sonrió jovialmente y se puso a reír.
Yo, me puse muy nerviosa y me sonrojé. ¿De qué demonios se reía? Puede que fuera de mi mentira… no había sonado muy creíble. Pero tampoco hacía falta reírse tan abiertamente.
Cuando acabó me miro.
– Perdóname, por favor. Es sólo que llevo esperando que me pida un baile des de hace años y si me lo hubiera pedido no habría hecho lo mismo que tú… – tenía una mirada triste, perdida y me sabía muy mal… – Y me he reído de mi misma al ver que era una tonta para tener esperanzas… si hubiera querido un baile conmigo, ya haría tiempo que me lo hubiera propuesto así que… tú estate tranquila, ¿sí?
Yo no sabía qué hacer. No contaba con ninguna experiencia. Así que la abracé ya que se había puesto a llorar. Después, cuando detecté la mirada de “Night” en mí, le hice una mirada asesina intentando transmitir mi furia.
No debería haber bailado con Night. Pero si lo pensaba bien, tampoco era culpa suya… Él, extrañado me miró confundido. Yo, más tranquila negué con la cabeza y sonreí intentando decirle “no es nada.”
Supongo que me entendió y entonces siguió a lo suyo.
Cuando Valentine terminó de llorar, hice que me mirara a los ojos y lo que le dije me salió del corazón.
– Si ése chico nunca ha visto tu increíble belleza y tu increíble personalidad, no es culpa tuya. Peor para él. No te preocupes, que vas a encontrar a alguien mucho mejor. Te lo aseguro. – ¡De verdad que me asombraba a mi misma! Era increíble. La verdad es que Valentine me caía bien y a la vez me daba lástima. Pobrecilla. – ¿quieres pasar la noche aquí, en mi casa? Así te serenas un poco y podemos conocernos mucho mejor.
Ella dudó y entonces sacó su móvil. Sí, sé que suena imposible pero después de una larga investigación, un célebre ingeniero y técnico había ideado una red inalámbrica bajo tierra para poder usar los nuevos móviles. Mucho mejorados y más increíbles. Eran una pulsera discreta, como cualquier otra que tenía un botón y que al pulsarlo, aparecía una pantallita en el aire, táctil.
Eran completamente ecológicos, fáciles de reutilizar y sin radiación perjudicial. Se cargaban a las líneas de carga que tenían todas las casas.
Hizo una llamada cortita y después mirándome un poco más contenta me dijo:
– me encantaría.
Yo sonreí y de pronto me vino a la mente un pequeño problema. Intentando parecer tranquila y contenta, me despedí de Valentine alegando que tenía que ir al baño, que ahora mismo volvía. Ella me dijo que me esperaría justo en su sitio.
Abandoné la fiesta con decisión y fui al despacho de mi tío. Entré sin llamar y me planté delante de él. Él, levantó su mirada y al verme sonrió.
– ¿sí, querida? ¿Hay algún tipo de problema en tu fiesta? – me conocía a la perfección y sabía, sólo con ver mi cara, si me ocurría algo.
– ninguno… -- dije con vergüenza. ¿Por qué me resultaba tan difícil pedírselo? Aposté por una actitud indiferente y autoritaria. -- sólo que he hecho una amiga, y me gustaría que se quedase esta noche a dormir. En mi habitación. Y no vengo a pedir permiso, porque se quedará aunque tú no quieras.
– De acuerdo entonces. Que se quede. – Y volvió a fijar su mirada a lo que estaba haciendo en su portátil.
Yo me quedé a cuadros. Me esperaba una negativa absoluta.
– Pero, ¿te parece bien? Es decir, ¿Vas a dejar que se quede sin interrogatorios ni nada?
– Liz, piensa un poco, — me dijo cómo si le hablara a un crío. Odiaba que hiciera eso—Cómo crees que está ahí toda esa gente. Nunca me has visto invitar a nadie excepto a sir consentimiento e investigación previa. ¿Crees que habría invitado a toda esa gente sin haber hecho una investigación exhaustiva sobre cada uno de ellos?
Claro, ahora ya me cuadraba todo. Era obvio. Pero mi tío… esto era muy raro. Sí, ya lo sé ya lo sé. Me ha dicho que los ha investigado a todos y eso pero… ¡HO! ¡Es que no me fiaba de él!
Además se le había colado ése chico sin que se hubiera dado cuenta de ello.
Le dije por lo bajo un “de acuerdo” y me fui de su despacho.
Anduve por los pasillos y de repente unas manos me cogieron y me arrastraron hacia dentro de una habitación. Yo me resistí, pero fue inútil, con todas las letras.
Entonces pensé < ¡tonta! ¿Por qué no gritas? > Y cuando abrí la boca y cogí aire, una mano me tapó la boca.
– ¡NO GRITES! – me dijo con furia al oído una voz familiar. ¿Familiar? No, familiar nunca. La voz de “Night” no me era para nada familiar.
No aguantaba más así que le mordí la mano y le di un pistón al pie con mis zapatos de tacón. Claro está que me giré para ver la cara que ponía, y yo creo que su cara era más bien de sorpresa que no de dolor. Pero se le notaba que estaba sufriendo y aun más ya que no podía gritar.
Cansada por todo me apoyé en una mesa a tres metros suyos de manera que si se acercaba gritaría. No podía salir por la puerta ya que estaba cerrada. Estábamos en el tercer piso y no podía saltar por la ventana.
– Te he pagado con la misma moneda – empecé, afirmando seria – así que estate seguro que si me vuelves a tocar o lo que sea te lo voy a devolver por dos. Y ni se te ocurra acercarte, porque si lo hace,s gritaré.
Estuvimos unos instantes en silencio. Yo, porque quería una respuesta. Y Él, porque estaba recuperándose de mi pisotón. Puede que me hubiera pasado. Pero sólo un poco.
– Te crees lista Liz, pero en tantas palabras sutiles no hay nada de inteligencia. Te voy a contar tu situación a ver si la asimilas. Estamos en un tercer piso, por lo que no puedes huir por la ventana. – eso ya lo había deducido yo, listillo, pensé furiosa. – la puerta está cerrada y la llave, la tengo yo. Pero para quitármela, ¿a que debes tocarme? O, aun mejor, ¿Qué pasa si me resisto? ¿Me lo vas a devolver? ¿Por dos?—hacia cara de no creérselo — ¿Seguro?
Se estaba burlando de mí el muy imbécil. Yo, en un intento de seriedad y cordura le dije.
– así que según tu, tengo dos opciones. O dejarme secuestrar (no te sorprendas ya que te oí con tu amiga “Day”. Vaya asquerosidad de alias, ¿no?) O robarte la llave con la posibilidad… no, posibilidad no, certeza de que me vas a agredir o Dios sabe qué. – cogí aire y continué. – Pues, señor listillo yo te voy a dar una tercera opción. Puedo gritar y hacer que vengan los de seguridad y te arresten.
– Técnicamente, no he hecho nada malo. Estás en tu casa, ¿recuerdas? La opción de gritar no creo que sea recomendable, ya que en tu caso sería estúpido. Muy estúpido.
– ¿Estúpido? ¿Estúpido por qué? – ahora ya no entendía nada de nada.
– Estúpido, mi querida Liz, porque si gritaras y me arrestaran…
– Te arrestarían. Te lo dije. No me vengas de listo, chico.
Pero el siguió como si hubiera oído lluvia.
– porque si gritaras y me arrestaran… No sabrías por qué queremos secuestrarte. Quieres saber por qué, ¿verdad? Si no, para qué bailar conmigo una segunda vez y intentar “coquetear” conmigo. Fue un intento muy pobre, debo añadir. Se tiene que ser más sutil, ¡mujer! ¡Estamos en el siglo veinticuatro!
Ya me estaba cabreando ya por momentos y no quería explotar. Así que le corté.
– o sea que, según tú, si me dejo secuestrar, me diréis por qué lo hacéis. Eso lo dices ahora pero, ¿quién me garantiza de que esto sea así? Lo siento, pero no voy a caer.
– entonces… hagamos un pacto. – Se le ocurrió de repente—Si tú consigues robarme la llave del bolsillo izquierdo de mi chaqueta te diré por qué quiero secuestrarte. No pierdes nada, ¿verdad?
Ahora mismo, siento decirlo, lo había clavado. Se me ocurrían millones de maneras de hacerlo. Bueno , vale, puede que millones no, pero bastantes sí. Pero, por más que pensaba sólo había una que me valiese. Así que muy a mi pesar, NO quería hacerlo, ¿de acuerdo?, puse en práctica mi plan.
Me acerqué a él paso a paso. Con una sonrisa traviesa en mis labios. Al llegar frente a él le fui empujando poco a poco hacia la pared. Cuando noté que su espalda estaba apoyada. Acerqué mis labios a su oído y susurré con voz melosa.
– Acepto.
Me aparté de él y acariciando suavemente su rostro no tapado por su máscara con mi mano, y me entretuve con mi cara delante de la suya y vi que él cerraba los labios esperando un beso pero no se lo iba a dar, me quedé así unos instantes esperando. Él, no sabía qué pasaba. Pero aún no había bajado la guardia, como esperaba. Así que con las dos manos le cogí la máscara e intenté quitársela. Desconcertado y bajando la guardia para poder ponerse la máscara otra vez le cogí rápidamente la llave de su bolsillo y la agité delante de sus ojos negros.
– ¿y ahora? – pregunté. – ¿Vas a contármelo?

jueves, 19 de agosto de 2010

CAPÍTULO TRES: VALENTINE

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¿Se suponía que tenía algo en la cabeza verdad? ¡Al menos una neurona! Sólo pedía una. ¿Por qué no avisaba a seguridad? O al menos a mi tío. Pero no. Era tonta. Y tonta seguiré toda mi vida. No sabía qué tenía en la cabeza pero la que estaba seguro era que si tenía algo dentro, no era cerebro. Sólo serrín.
Me encontraba justo en medio de la pista de baile cogida por el chico llamado “Night” y bailando al ritmo de la música. Quería saber por qué querían secuestrarme. ¿A mí? ¿A la sobrina de un primer ministro en camino de jubilación bajo tierra? Entendámonos. En la superficie puede que lo hubiera entendido. Pero, ¿Aquí? ¿Dónde sólo hay, cuántas, unas treinta mil personas y que la mayoría se conocen entre ellas? Por favor.
Es por eso que mi insensatez salió a la luz al ver que algo no cuadraba. Ahora entendía por qué mi tío siempre me repetía lo mucho que me parecía a mi padre, es decir, a su hermano. Hace tiempo, cuando era una cría y la obsesión con mis padres aun seguía en pie, todas las noches me contaba las aventuras de mi padre y él de pequeños.
Mis padres eran investigadores. Especializados en descubrir si ya se podía volver a la superficie. Realizaban experimentos en la superficie con unos trajes de película.
Realmente sí que me parecía a mis padres.
-¿En qué piensa? --¿En que pienso? ¿Para qué preguntaba eso?-- está muy pensativa… perdone mi indiscreción. Si considera que es inapropiada, lo entenderé.- me dijo muy nervioso. ¿Pero qué estaba haciendo? ¿No se suponía que tenía mano para este tipo de cosas?
- No se preocupe. Ahora mismo no pienso en nada…- respondí pensativa y sonreí. – en asuntos familiares, nada más… - se me humedecieron los ojos y una lágrima se me escapó.
Él no respondió y con suma delicadeza, acariciando mi mejilla, la cogió con su dedo. La contempló unos instantes delante de sus ojos como si fuera una joya y con la otra mano secó cuidadosamente su dedo, con un pañuelo que había cogido previamente del bolsillo izquierda de su americana.
Después, fijó su mirada un mis ojos. ¡Pero qué negro tan profundo había sus ojos y que pestañas tan largas, eran imposibles! Me perdí en su mirada… sin pensar en nada… ¡Sin tan siquiera pensar que ése desconocido me iba a secuestrar! ¡estúpida, estúpida, estúpida!
-no debería esconder sus emociones, mi señora. Le supondrá al final, un hábito irremediable – dijo esbozando media sonrisa. Eso SÍ era ya una indiscreción.
- le sugiero,señor, que conmigo no se tome tantas confianzas. Pues no se las voy a permitir.
Y con duras penas me solté de sus brazos en medio de la pista. Entonces, com si aterrizara de un largo vuelo, me fijé en que todas las otras parejas de baile habían finalizado su baile quedándose alrededor. Toda la sala estaba fijada en nosotros, en nuestro baile. ¿¡No me había dado cuenta ni de eso!?
Intentando arreglar la falta de compostura que había cometido, me incliné todo lo elegantemente que pude delante de ése chico y susurré suficientemente alto para que me oyera toda la estancia
-si me disculpa, mi señor.
Y me fui nerviosamente de la sala hacia el balcón, otra vez. Me apoyé en la barandilla esperando que mi pequeño número no hubiera estropeado la fiesta. Escuché que todo el mundo había proseguido con lo que estaba haciendo previamente y me tranquilicé.
-¿Por qué lo ha hecho?- escuché su voz detrás de mí. Ni me limité en girarme. Me quedé inmóvil, como si escuchara el viento.- ¿mi señora?- insistió él.
Nos quedamos unos instantes así, en silencio. Cuando escuché que iba a irse le dije muy suavemente.
–Por favor, no me trates de usted. Todo el servicio lo hace, y me siento incomoda al ver que tu también lo haces. No me trates así…– mi susurro fue tan frágil que se lo llevó el viento.
En unos minutos no se escuchó nada. Demonios, se había ido. No me había oído.
– ¿Y cómo quiere que la trate?
Me di la vuelta de golpe y casi tropiezo. ¿Aún estaba ahí? Mi corazón se tranquilizó y detuvo su frenético latido. Jadeé al ver su potente mirada fijada en la mía.
– trátame de tú... Liz. Llámame sólo Liz… – dije jadeando.
Esbozó una gran sonrisa que dejó entrever su perfecta y blanca dentadura.
– Entonces, si no querías que te tratara de usted, ¿Por qué me has tratado tú, de usted?
– La verdad, es que no tengo ni idea…– dije riéndome como una tonta. Por dios, ¿por qué me reía así? De repente me vino algo en la cabeza…–Si te preguntara algo, ¿me lo responderías con sinceridad?
– Dependiendo de la pregunta, sí – dijo haciéndose el misterioso.
– ¿me dirías cómo te llamas…?
– lo siento, Liz, pero me temo que me es imposible revelarte mi nombre. Si te lo dijera, desaparecería la magia y el misterio… y créeme que no quieres que eso ocurra. Esta noche, pero, puedes llamarme Night, aunque te suene raro, es mi alias.
– Entonces no es justo que tú sepas el mío… – le dije acercándome a él.
En ése instante estaba con una lucha interna terrible
¿Estaba ya loca de atar o qué? ¿Qué cojones estaba haciendo diciéndole todo eso al chico ése?
No es un desconocido. Se llama noche. Y es tan guapo…
¡Eso no importa! ¿No has oído tu misma que te iba a secuestrar? ¡Ahora ya no tienes dudas acerca de si fue él o no quién lo dijo!
Pero un chico así de guapo nunca podría hacer algo así… y es tan misterioso…
CállateCállateCállateCállateCállateCállateCállate
Me acerqué a él, y sin dudarlo ni un instante le hice dos besos en ambas mejillas, a la vieja usanza. Él, pasmado, reaccionó tarde, ya que pensaba que lo iba a besar en los labios. Ah no, no le iba a dar esa satisfacción.
– Adiós "Night". Espero que volvamos a vernos pronto.
Y entré dejándolo ahí pasmado. ¡Oh sí! Eso había estado bien. Estaba cogiéndole el gustillo a esto de pinchar su ego masculino.
Al entrar fui a sentarme para recuperar mi compostura y se acercó una chica de pelo castaño avellana y ojos grandes y expresivos de color azul celeste.
Se sentó a mi lado y me sonrió. Me pregunté si ésa sería la chica llamada “Día”. Que alias más extraño…
– Buenas noches – saludó. Definitivamente no tenía la misma voz que “Día”. Me relajé.
– ¿Buenas noches señorita…?
– Valentine. – Se sonrojó y me dijo con timidez – si fuera posible… ¿nos podríamos tutear? Es que… me siento muy incómoda…
– pues claro, Valentine. No te preocupes. – le dije sonriendo con honestidad. – si te soy sincera, yo tampoco me siento muy bien tratando de usted a la gente así por las buenas…
Diciendo esto nos pusimos a reír y desapareció la tensión en el ambiente. Hablamos durante mucho rato.
– ¿puedo hacerte una pregunta? – me dijo de repente.
– Claro – le dije animándola a seguir..
– ¿Puedo llamarte… Liz?– otra vez se sonrojó. Oh, era adorable. – Lo digo porque te llamas Elizabeth, ¿verdad? Y claro como es tan largo, si tengo que decirlo todas las veces y eso – se enzarzó en una nube de palabras, y nunca terminaba…
– ¿Valentine? – pregunté al cabo de unos minutos de escuchar su terrible parloteo.
– ¿dime…? – me preguntó con un poco de vergüenza al darse cuenta de lo que estaba haciendo.
– Tranquila. – dije sonriendo amigablemente. – No te preocupes. Claro que me puedes llamar Liz. No tengo problemas con eso.
Ella bufó más tranquila.
– Oye, ¿me ha parecido que rechazabas el baile con ése chico – me dijo señalando a “Night” con la cabeza– no?
Yo me quedé mirando a Valentine y le dije:
– sí... verás Valentine, es muy largo de contar, pero digamos…

CAPÍTULO DOS: DUDAS

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Pero, ¿qué estaba haciendo exactamente? ¡Bailando con alguien sin tan siquiera saber su nombre! No, yo definitivamente no era de ÉSE tipo de chicas. No, no. No iba a permitir que algo así ocurriera y mucho menos, a mí.
Oculté el rostro como pude y le susurré que debía ir al servicio ya que me sentía algo indispuesta. Él, se quedó sorprendido y boquiabierto de la sorpresa que le pareció lo que le dije. Parecía como si nunca ni ninguna chica le hubiera rechazado. Receloso, asintió intentando aparentar normalidad. Dio una pequeña reverencia incómoda y, acto seguido, se fue con otras dos chicas de belleza incomprensible. Su belleza me dolió más de lo que esperaba.
Fui al servicio y me remojé un poco la cara. Mucho me temía que sí que quería pasar la tarde con ése impertinente. Nunca había intercambiado una serie de palabras con nadie de una edad parecida a la mía. Me daba miedo no saber qué hacer o qué decirle. Era más difícil de lo que había dado por hecho. Realmente, relacionarse con una persona era muy complicado si antes, uno nunca lo ha hecho.
Otra vez culpa de mi tío. Des de la muerte súbita de mis padres no había ido nunca a ningún lugar donde poder interactuar e convivir con personas jóvenes. Personas con los mismos ideales y madurez que yo porque él no lo había permitido. Es más, me estaba completamente prohibido. ¿Para qué tanto misterio? ¿Por qué no podía ser una chica normal, con amigos normales y con una vida normal ahí abajo?
Sí, ahí abajo. Estábamos en el año 2356. Los humanos, estúpidos de por sí, habíamos contaminado tanto la corteza terrestre que arriba no se podía vivir. Después de contaminar mucho más de lo concebible, no habíamos tenido suficiente tiempo como para huir de con naves espaciales. Algunos sí pudieron pero sólo habíamos tenido tiempo para construir 100 naves. Y como podéis comprender no cabíamos todos metidos ahí dentro. Me pregunto dónde estarán ahora… Los que fueron suficientemente listos se ocultaron bajo tierra e idearon una serie de túneles y cavidades habitables para nosotros, las criaturas que habían destruido el planeta estúpidamente.
Todas las acciones humanas antes del 2057 fueron equivocadas, especialmente para mí, una persona que había soñado des de siempre salir a la superficie para poder contemplar el mar. El mar, una superficie de agua interminable. Que con la mirada, no se podía divisar adónde terminaba éste…
Claro que, esto de permanecer como los gusanos bajo tierra, en un principio, no tenía que ser permanente. Es más, no DEBÍA ser permanente. Nosotros no podíamos vivir SIEMPRE sin la luz del sol. Aunque de momento nos las habíamos apañado bien. Pero me daba que no sería yo la que pudiese contemplar la destrucción humana y mi ansiado y bello mar.
Teníamos que quedarnos ahí abajo hasta que la naturaleza hubiera “desintoxicado” la polución venenosa todas las otras especies inocentes. Cuando eso ocurriera, podríamos regresar arriba, pero siempre y cuando, no volviéramos a repetir nuestros errores, claro está. Lo que debía ser “temporal” era un asco. No ver nunca la desconocida y bella luz del sol.
La edad y la costumbre habían hecho que nos acostumbráramos a ésa jaula. Patético i frustrante.
Aunque ahora, todo bajo tierra eran comodidades. Los expertos habían diseñado luz solar artificial que nos permitía tener noción del tiempo. Saber si era de noche o de día.
Las casas, eran ya muy avanzadas, esculpidas directamente en roca. No todo eran inconvenientes, aunque sí había más de éstos que ventajas.
Salí del baño un poco más relajada y decidí ir a buscar a ése chico para poder practicar eso de la relación humana. Como no lo encontré salí al balcón esperando relajarme y cuestionándome si me había comportado tan mal con ése chico, como para que se hubiera ido sin más.
Des del balcón, podía verse toda la Caverna principal. La más grande de todas las cuevas habitadas por humanos. Mi tío y yo, junto al servicio, vivíamos a la parte más alta de la Caverna principal y por eso, podía verse todas las casitas iluminadas creando un ambiente relajado. De pronto, oí unos susurros que no sabía de dónde provenían.
- ¿Qué se supone que has estado haciendo, Night? ¡Se suponía que tenías que seducirla! Ahora que se ha dado a conocer y que sabemos de su existencia y que ella es SU punto débil.- exclamó una voz melodiosa de chica.
- ¿Qué querías que hiciera si ella se resistió a mis encantos, eh? Dime, Day, dime.
- ¡Cojones! ¡Pues Seguirla! ¡Si se suponía tú sabes tratar a las chicas! Yo solo se tratar a chicos. Vuelve ahí dentro y sedúcela para que podamos secuestrarla.
- ¿Te piensas que va a ser fácil? ¡Ella es la sobrina querida del primer ministro!
- ¡Por eso mismo la Organización te he elegido a ti! ¡Así que no los decepciones o nos van a hacer algo terrible! No sólo a ti, ¡Si no que a mí también!
- ¡Vale, jopé! Pero no grites tanto, que nos van a oír. Tú ayúdame y distrae al primer ministro que yo voy a usar todas mis técnicas con su sobrina.
Me quedé congelada y con el mínimo ruido volví a dentro. ¡Me buscaban a mí tal y como mi tío me había dicho tantas veces como escusa a mis constantes quejas de vida!
Me senté y de pronto, entró por la puerta que daba a fuera el chico con el que había intercambiado unas palabras. Él era el chico llamado Night. Debía avisar a seguridad. Y rápido. ¿Por qué alguien que empezaba a conoces tenía que ser el malo? Era una maldita gafe.

CAPÍTULO UNO : FIESTA

Ya estaba llegando. Estaba a punto de llegar a mi destino. Un destino que no me agradaba. Pero nada. Di varios pasos más. No, por favor. ¿Para qué estaba haciendo esto? Podía echar a correr en cualquier momento, alegando que me encontraba mal, ir a mi perfecta habitación y tirarme en mi mullida cama. Pero seguramente, si lo hacía, mi tío James estaría toda su vida sin dirigirme la palabra. Y yo no quería eso. ¿Verdad? No lo sabía con seguridad.
Volví a mirar mi atuendo. ¿Para qué me habría puesto el mejor y el más bonito de los vestidos hecho a medida para una celebración así? Si lo pensamos bien, cualquier chica cuerda habría hecho lo mismo que yo, en su diecisiete cumpleaños. Pero en mi defensa, sabía que detrás de la puerta que estaba abriendo con una llave que mi tío me había dado, había una fiesta infantil e pueril. Una fiesta con ponis y guirnaldas en la que mi tío no iba ni a estar.
Pero, exactamente, ¿en qué pensaba mi tío al montarme una fiesta así? De hecho, un primer ministro que nunca se ha parado a pensar en la vida de su “querida” sobrina/hija ni por un minuto, que sólo hacía que estar en su despacho y inaugurar cosas y que nunca ha visto la luz del sol… pues es normal que me haga este tipo de jugadas. Inconscientemente; espero.
Lo de sobrina/hija es porque soy su única familia, y él, para mí, lo mismo. No digo que no lo aprecie, porque eso sería mentir. Adoro a mi tío y él es una gran persona, de ahí su cargo. Pero me habría encantado pasar más tiempo con él.
Y me gustaría pensar que su postura hacia mi nula vida social, también fuera inconsciente. Os estaréis preguntando a qué me refiero. Pero no sé si debería contároslo.
Puede que no fuera una fiesta así de pueril como la describo, pero ya llevo pasadas bastantes experiencias de este tipo; y creedme cuando os digo que en ése momento me iba a enfrentar con una de las humillaciones más grandes de mi vida.
Vacilé y volví a considerar la idea de huir con la escusa de un mareo. Pero yo no era de ése tipo de chicas cobardes. Pero en ese caso no se consideraba cobardía, creo.
Al final, me decidí y abrí la puerta con decisión. Y…
Oh, Dios mío. No podía concebir lo que mis ojos estaban viendo. Detrás de la puerta había la fiesta temática más bonita que había visto en mi vida. Ahora entendía para qué mi tío había insistido en que me pusiera mi vestido dorado, como el de Taylor Swing en el videoclip de Love Tale, y en que mi peluquera personal Fanny me hiciera un peinado semejante al suyo con mi pelo ondulado y dorado. Y además, unos zapatos Jimmy Choope.
Toda la estancia estaba decorada con cosas semejantes al vestido, todo dorado, y había un montón de chicos y chicas que parecían de mi edad, disfrazados también y con máscaras. La música cambió y todo el mundo se fijó en mí. Yo, sonrojada, sonreí con timidez y con el gesto más sutil que pude hacer con mi brazo indiqué que siguieran con lo suyo.
Pero nadie se movía. Yo me estaba poniendo ya nerviosa. No sabía qué tenía que hacer. De repente, un apuesto señor de mediana edad, impecablemente vestido y con una máscara que ocultaba su identidad se acercó a mí y me dio una máscara que combinaba a la perfección con mis atuendos. Al fijarme bien en él me di cuenta de que era mi tío James. Yo, emocionada cogí la máscara con delicadeza de su mano enguantada y me la puse. Todo era tan perfecto… Y mi tío estaba ahí… estaba ahí demostrándome todo ese cariño que había echado en falta hasta ahora. Eso significó muchísimo para mí…
Una lágrima huidiza resbaló dulcemente por mi mejilla y mi tío, con sumo cuidado la cogió con uno de sus dedos.
-mi querida sobrina. Estás perfecta. No estropees tu belleza indudable con estas perfectas lágrimas. Por favor, disfruta de este baile ya que me ha sido de una dificultad extrema ocultártelo. Disfruta querida. Te lo mereces.
Yo, al oír todo aquello, sólo se me pudieron ocurrir dos palabras que lo resumían todo, a pesar de su brevedad.
- gracias tío.
Me dio un beso en la frente y se retiró a hablar con los invitados. Pero, me di por aludida de algo importante… ¿Quién era toda esa gente? ¿De dónde habían salido?
Me puse muy nerviosa. Seguí a mi tío esperando una explicación dedicada a quien era todo la gente presente en la sala. De acuerdo… no era muy difícil que no los conociera… pero eso, literalmente, me traía al fresco. Cuando mi tío James se dio cuenta de que estaba siguiendo sus pasos, escapó, no sé cómo, con una sonrisa dibujada en los labios.
Yo, resignada y un poco desesperada, me fui directa a una mesa con un montón de comida con un aspecto delicioso y me senté en una silla mientras me comía un poco de chocolate, mirando como los chicos y chicas bailaban y se lo pasaban bien, claro y evidentemente, sin mí. Yo quería tener algo como ellos. Quería formar parte de algo. Algo especial. Tener amigos. Relaciones. Conocidos. Lo que fuera, en ese momento no importaba qué. Miré hacia mi mesa ya predilecta analizando la comida encima de ella.
Localicé una tarta de fresas con unas apetitosas fresas encima a un metro de mí. ¡Qué hambre! Cogí una cuchara con cuidado y dando un repaso rápido alrededor y vigilando que nadie me viera, puse la fresa en la boca.
- Si coge una fresa de encima, la persona que quiera comerse la tarta, o sea yo, se va a quedar sin una, querida anfitriona.
Me quedé paralizada. Me tragué la fresa de golpe y por poco no me ahogo. Volteé mi mirada esperando saber quién había sido la persona que me había descubierto y que habría provocado una muerte totalmente estúpida e innecesaria. Me topé con unos ojos negros iguales a un pozo sin fondo y unas pestañas sin fin. Tenía el pelo perfectamente peinado y dorado caído flácidamente su frente. Tenía la piel blanca, e iba vestido como de príncipe de cuento de hadas. No sé por qué, pero nos quedamos ahí sin saber qué decir. Al menos por la parte que me traía.
- Mi querida anfitriona…- cuestionó divertido.
- ¿Sí? —respondí extrañada. ¿ahora qué quería?
- Se le va a caer la baba, si me permite el atrevimiento.
¡Pero qué grosero! No me lo podía creer. ¿Cómo se atrevía a hablarme de ésa forma tan grosera y mancada de educación? Eso sí que no lo podía permitir.
- ¿Cómo dice, mi señor? ¿No estará insinuando que me ha cegado su creída pero no cierta belleza?
- Yo no insinúo nada. Ha sido usted quien ha mencionado mi belleza. Ahora ya no tengo ninguna duda.
- ¿Duda? ¿duda sobre qué?
- Dudaba si querría bailar conmigo ya que usted sí que me ha cegado con su innegable belleza. A mí, no me da vergüenza reconocerlo. –dijo divertido. Me sonrojé involuntariamente ya que nunca me habían dicho nada parecido.- venga vamos. ¿me concede este baile?
Y antes de que pudiera darme cuenta ya estaba en el medio de la pista, siguiendo el ritmo de la música, cogida por el chico misterioso, grosero y irremediablemente desconocido.

:) INICIO! :)

Ola gente!
aquí una ferviente admiradora de tooodas la bonitas historias de amor. 
Mi novela favorita? Romeo&Julieta o cualquier otra que vaya de amor! (también Twilight)
Mi película favorita? Mientras sea de amor y bonita, otra vez cualquiera!

aquí, en este blog voy a ir publicando mis historias. historias que yo escribo. Que salen libres de mi imaginación y vuelan para encontrar nombre y esencia.

Me encanta escribir. 

La primera novela que voy a publicar se llama:

2356

espero que la disfrutéis seáis quien seáis.

un beso muy fuerte!

YO.